miércoles, 14 de enero de 2009

Al regreso de la montaña...


Con frecuencia me había preguntado: ¿por qué quiero escalar montañas?, pero pronto comprendí que no hacía falta. Tales preguntas carecen de respuesta y sólo las plantean quienes no han hecho esas cosas... ahora me pregunto: ¿porqué conservo el deseo de buscarte, abrazarte y aferrarme a tu palabra? tal vez, un día tampoco me haga falta saberlo. Por lo pronto puedo llegar a soñar, eso no es malo que ocurra, al contrario, ya que al soñar quizá la situación adquiere una nueva densidad, de golpe hay que soñar alguna situación, bruscamente todo existe de otra manera.

En una época en que todo está previsto, organizado y programado, incluido nuestro tiempo libre, puedo perderme y encontrar los propios vínculos: con uno mismo, con mis sueños que reconfortan, que me indican nuevos deseos y que me dan... anhelos. Al día, las cosas más visibles, se pierden en el devenir de las noches... y brotan instintos, vigores complejos, indefinibles, espontáneos, positivos, heredados o fruto de la inexperiencia, que no sabía que estaban en mi.

Casi siempre que regreso a las montañas, el recuerdo de la niñez se hace presente, y el corazón alado me palpita fuerte. Si, regreso más enamorado, desde ese día en que decidí firjarme en ellas simplemente como son, recorrerlas y conocerlas. Sin darme cuenta conseguí una excelente técnica para seguir siendo simplemente siendo, por eso emprendo los nuevos viajes sin miedo, y nada me extrañó cuando dije: acepto guardarte temor. Ese espíritu de libertad en el que había sido bautizado me dio el impulso para ir en busca del primero de muchos nuevos pasos, sintiéndome criatura nueva...

Cuando la noche trae tanta sombra, los relámpagos iluminan caminos que se proyectan eternos, esos mismos caminos que han endurecido mis pies y han ablandado mi alma... alma fatigada y ahora fresca de tanto consumir la brisa del río nombre cuenca que los guardianes del lugar me han enseñado a amar, OTÚN...

Amar madurez, encontrada en mi niñez... presente tesoros, recuerdos futuros, pasado de millón de vidas en mis antepasados, noche de luna y estrellas desde algún lugar en el bosque de niebla... Para mi, la noche que canta la canción del reencuentro con la escensia de mi vida, la montaña, el río, la selva y el páramo en mi camino de aprendizaje. Hasta pronto luna, hasta pronto estrellas, hasta pronto cielo... anhelo que vuelvas para llevarme a la eternidad.

1 comentario:

  1. Oh Naturaleza Amada: 'Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos' Pablo Neruda.

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