lunes, 9 de marzo de 2009


Aún permanecemos en las cumbres de las montañas, en un lugar que no se puede señalar en los mapas, un lugar que está entre la mente y el corazón, un lugar grabado en el alma. Así fue como aprendimos a seguir soñando con recostarnos en la piedra o la nieve, como lo hacían nuestros ancestros.


Perseguimos las mismas cosas, sin saberlo, y respiramos el mismo aire en un túnel de acacias antiguas que atestiguan de la superación y del esfuerzo. Descansamos en la cumbre, mudos, para no aterrorizar el silencio.